Cuando hay
tantas malas noticias,
tengo que
beber algunas copas de vino.
Es
adormecer mi conciencia un poco,
porque así
“normal”
hay cosas
que no resisto:
pensiones
millonarias a hombres vigorosos,
expedientes
archivados
horas antes
del cambio de gobierno,
prisiones
con aires acondicionados
y servicios
de parábolas,
hospitales
inauguradas al vapor,
pero que no
están en servicio…
Sería bien
larga la lista
si siguiera
nombrando
esas cosas
que sin beber vino
no
soportaría…
cierro los
ojos y bebo un poco de vino
y me olvido por un momento
y me olvido por un momento
de este
país donde vivo
o donde
muero, donde habito,
donde veo,
como todos ven,
las cosas
que nos suceden,
donde
siento, como pocos sienten,
el puñal de
la impotencia…
El vino
después de todo
es bueno
para el olvido,
me ayuda
por un instante
a no pensar
en nuestros
problemas.