Mirando al pico Diego de Ocampo
El
cielo azul llovió lágrimas oscuras.
Preludió
que hoy mis ojos pardos no iban a verte.
anhelaba
en tus luceros nuevamente verme.
No sé
por qué la danza de las ramas llora.
Ignoro
esa triste mirada que sopla el viento.
Quizás
es que te extrañe con el alma inquieta,
quería
ver tus labios sonreír al sol inmenso.
El
cielo azul extiende en sus nubes peregrinas
las
siluetas de libélulas sin alas ni color,
y el
Diego de Ocampo no parece sonreír
y tu
voz vacilante la ha calcinado el sol.
¡Ay
no apareciste con tus ojitos tristes!
Lejos
de tus labios, triste, miro al cielo.