sábado, 27 de noviembre de 2010

Mi felicidad, En la calle diez


Mi felicidad

Yo soy un hijo del 65,
mis padres fueron hombres
y mujeres muy valientes:
¡yo no me vendo
por dinero en efectivo,
por cuentas de ahorros,
por cuentas corrientes!

Mi felicidad
no hace en los bolsillos,
nace en las sonrisas
y en las manos calientes
de los que trabajan
día a día por sus familias,
de los que tienen esperanzas,
mi felicidad nace en la gente.

                        De Poesía necesaria I
                       


En la calle diez

En la calle siete venden drogas,
y yo estoy en la calle diez.

En la calle quince venden drogas,
y yo estoy en la calle diez.

En la calle ocho venden drogas,
en la calle nueve venden drogas.

Yo vivo en la calle diez,
en la calle cuatro vive un cuartel de policías.

¿En todas las calles de este barrio venden drogas?
Yo estoy en la calle diez.

Repito: ¡junto a la cancha, cerca de la escuela,
hay un cuartel de policías!,

¡pero vive y canta, inviolable, la poesía
siempre fuerte, siempre altiva,

siempre levanta su frente, como un dominicano
de veras, como un hijo del 65!,

¡y siempre en la calle diez!

                                                           De Poesía necesaria I

viernes, 19 de noviembre de 2010

Cubierto de rocío y Recuerdos

Cubierto de rocío

Mi corazón
no lo apagan
los fuertes torrentes
de las heridas.
Mientras siga vivo,
seguiré amando el cielo.
Seguiré
levantándome,
y agradecido
mantendré
la sonrisa extendida,
los brazos bien abiertos,
la esperanza firme
como un lirio
cubierto de rocío,
como una tórtola roja
o como una excesiva iguana:
verde y hambrienta.

                                   (Poema suelto, 2010).


Recuerdos


Quisiera perderme
en el cielo estrellado,
en el ocaso del olvido,
en mi corazón desterrado.

Incapaz he sido
de borrar las nubes
que adornaban mi cielo.

En este llanto
mis manos acarician
el espacio de aire
que ocupaban tus senos.

Fácil era ver tus ojos cristalinos,
tus muslos bellos…,
todo tu cuerpo desnudo.

Tú corrías por mis venas;
tú, en las tardes de verano,
en las tardes que dejaste huellas.

Mi río está seco
como las hojas del árbol
que acariciaban tu cuerpo.

Enloquecía con tus besos,
contigo en los días
en los que nos dimos
por completo.

Nunca sentí mi piel tan sola,
nunca como ahora.
No hay nada tuyo,
solo recuerdos que me ahogan.

¡Maldita soledad!
Quisiera olvidarte y no puedo.
Mas bien quisiera verte,
amarte de nuevo.

Yo levanté pasiones
y me caen sufrimientos.
En esta cama la vida floreaba,
la misma cama me sostiene muerto.

Yo fui el amanecer
de tus mañanas,
el ocaso de tus tardes,
la luna de tus noches.

Fui aquel enamorado
que lloraba de alegría,
y ahora llora desolado.

Quisiera perderme
en el cielo sin luna,
quisiera perderme
en la luz de tus brazos.

Tú fuiste mi canto
en las tardes sin lluvia,
hoy eres el viento
que sopla mi llanto.

                           De Llantos y otros poemas.

miércoles, 10 de noviembre de 2010

Condenados al amor

Condenados al amor

                                …My heart is heavy with the things
                                that I do not understand.
                                               Rudyard Kipling
 
                    ...sus rosas aún me dejan su fragancia,
                    una fragancia de melancolía...
                                                Rubén Darío.

           
                    I

Hay una música de amor
que trae tu sonrisa inevitablemente.
Estoy muriendo como lirios cortados
a desdén. Veo la resina del mi alma
bajar hasta la tierra seca.

Hay una música de amor
que te trae a mi lado, me regresa
al tiempo dorado donde tus brazos,
como una cadena amarillenta,
sujetaban al que aún sigue enamorado.

¿Por qué llega la música de amor
con el vino? ¿Por qué siguen tus besos
mordiéndome los labios como buscando
mi paladar hambriento, como buscando
mi lengua roja que has olvidado?
           
¿Es que no te has ido de mi boca
aunque nuestros besos hayan muerto?
¿Es que el amor no muere
aunque quieras olvidarlo?


                   II
   
¿Por qué me olvidas, amor?
¿Por qué deshaces de tu boca
mis besos de miel, mis caricias
esmeradas?

¿Por qué vas matando mi amor
cada día como si fuera un malhechor
que debe ser borrado de la ciudad única
de nuestra historia?

¿Por qué ya no luchas por la llama
de amor que aún palpita en tu pecho?
¿Por qué lloro por cosas
que mi corazón no entiende?

domingo, 7 de noviembre de 2010

Oscuro de luna, motivo para escribir




Oscuro de luna, motivo para escribir

                               Madrugada del día de la Constitución.

I

Oscuro de luna,
luna no vista por los trabajadores
que el viernes divagaban libres por la vida,
como tórtolas ecuánimes
que caminaban elegantemente.

Escucha este realismo
trágico de la vida,
del dominicano normal, de carne y hueso,
de ese que tiene alegrías y frustraciones,
y cuando cobra su sueldo, cobra vida.
Sale, come, bebe, baila,
busca mujeres y llega tarde a casa
y si no llega, es porque no tiene derechos:
si los policías lo notan muy alegre,
lo obligan con pistolas,
como si fuera delincuente,
a subirse en un nido
de cuatro gomas corruptas.

II
(Realismo trágico)

(Queja de los reclusos)
–Guardia, hijoetumalditamadre.
–Raso, macagraaaano.
–E to azarooso.
–E to hijoelacreta.
–Oye, cómo he: “Usted, móntese aquí”,
en la maldita camioneta del diablo,                  
como si uno fuera un perro.
–Esos somos, dije,
nosotros los pobres no tenemos derechos.
Le enseñé mi tarjeta de trabajo
al policía más prepotente,
vio que era licenciado,
pero igual, de nada valió.
Incluso, estábamos sentados
esperando las cuatro yaroas[1]
que Holdi nos estaba preparando.
Ariel y yo estábamos juntos,
Freddy y Vitín, del otro lado.
Recuerdo su maldita voz:
“Ustedes dos, ustedes mismos, vengan!
–¡Ese maldito policía!, ¡coño!
Yo quisiera que soltara la pitolita esa,
pa que tú vea, cómo nos desgraciamos la vida.
–La semilla,
ya van nueve veces con ésta, dijo Freddy.
El de los lentecitos, ese maricón,
donde quiera que me ve, me lleva.
Me tiene de zozobra.
Es el que manda a los otros.

Antes de que nos quitaron las correas,
los cordones, las llaves, los celulares,
llamé al súperabogado,
pero en su voz cansada
supe que no iba a levantarse a esa hora.
Entonces nos metieron en una celda,
donde nos esperan otros desafortunados.

Cada minuto allí duraba como una hora,
tuvimos que hacer magia para acomodarnos.
Veintiuna personas puestas como mangos
en una cajita, en una cajita donde quizás
pueden caber seis o siete reclusos.
Y un olor a mandarinas podridas
en agua estancada:
mierda, mucha mierda desbordada,
orina, excrementos de vómitos,
¡yo no sé cómo podían respirar
los que estaban en la puerta
de eso que allí llamaban baño!
El pobre Alex, fue a orinar
y vomitó más de cinco veces.

Comenzaron a soltarnos
luego de las ocho de la mañana,
uno a uno, me acordé
de los treinta y tres mineros.
El súperabogado llegó encendido,
casi a las nueve, en traje azul,
camisa blanca, corbata roja,
y burlándose de sus amigos.
Así es nuestra amistad.
Somos sinceros.

Pero yo estaba tan enfadado,
que comencé a investigar los nombres
del los que me metieron preso,
sin ningún motivo,
solo porque estaba esperando algo
de comer donde Holdi
a las dos de la mañana,
y se suponía que el cuartel
lo pusieron para mantener
el barrio seguro.

–Estamos en la República Dominicana.
Come algo, báñate, descansa y olvida
lo sucedido, me dijo el súperabogado.

Así lo hice.
Me levanté casi a las ocho de la noche,
hoy 6 de noviembre del 2010,
día de la Constitución. La Carta Magna
donde están escriiiiiiiiiiiiiiiiiitos
todos nuestros derechos.


[1] Papas fritas cubiertas con una capa de carne de res y queso blanco, con kétchup y mayonesa.

sábado, 6 de noviembre de 2010

Dime, Eres, Tuve un sueño

Dime

Dime que esto no es mentira,
que tú existes
y que sigo con buen juicio
o dime que es un sueño,
el último que tendré
y que sólo apareciste.

Dime que cuando sonríes
la luna siente celos
por la luz que brota de tus labios
o que cuando caminas
las aves se detienen en el cielo
para contemplarte.




Eres

Eres el paisaje soleado,
las aves en el cielo azul.

Eres el beso más tierno en los labios,
el arco iris que se forma en tus ojos.

Eres el agua que emana del cielo,
la luz que desprende la luna.

Eres la paz de un espíritu santo,
la cruz donde me crucifico.

Lo que nunca he tenido, eres.
La estrella lejana que siempre he querido.



Tuve un sueño

Tuve un sueño.
Soñé que alcancé
el eclipse con tu cuerpo
en la suavidad blanca
de tus besos longevos.
Y te besaba con ternura,
y al sentir tu piel pensé
que era un sueño.
Continué comiéndome tus uvas
y no pensé en perderte de nuevo.

Y soñando sentía
que era real el cáliz de tu boca,
que era placer lo que me producías
cuando te bebías mi cuerpo gota a gota.

                                                        Llantos y otros poemas (2002-2008)