sábado, 11 de mayo de 2013

Espigas mojadas, campos verdes


Espigas mojadas, campos verdes

                          
                             A Paul Strathern

I
Objeción primera a Derrida

Lo que tiene olor existe.
Si camina o piensa, existe.
Si se le puede definir un color:
existe.
Y si puede ser tocado: existe,
y si aunque esté lejos
escuchamos sus pasos: existe.

¡Ah! no me hablen
de “diferencia”,
no acepto más
contradicciones
al latir de nuestra realidad.


II
Sandy o dos impresiones o ideas distintas

         1
Hola princesa,
hola niñita,
está hermosa
tu blusita rosada
y es de jazmín
tu inocente sonrisa.

Con tu corona
de cartón sonríes,
no me conoces
y respondes
a mi adiós,
yo te sonrío
alejándome de tu reino
y en tu manita
sigue el adiós.



            2
¡Qué fuerzas llevas!,
(¡Miren cómo puso
todas las nubes!: ¡negras!)
Los campos
muestran tu terrible paso:
árboles caídos,
el agua desbordada
en los canales,
espigas de arroz
dobladas
como columnas vertebrales mayores…,
vas ahora hacia Santiago.
Dejaste a los hombres
limpiando los caminos verdes:
cierras eléctricas cantan,
machetes relucientes
vuelven a la vida;
y hay precaución,
mucha precaución
en los caminos.

III

Objeción segunda a Derrida

Tengo 52 cartas
Northwest Orient
en mis manos,
y por suerte,
no está el comodín
para mi propósito.

Las conté una por una.
No tengo confusión,
no hay ninguna confusión.

Puedo conocer
sin dificultad,
no hay “diferencia
en mi conocimiento,
no hay dobles sentidos
en las cartas.

Son 52,
y lo más importante:
ya hemos jugado
varias partidas.


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